miércoles, 25 de abril de 2012

Proyecto QR en un Instituto de Secundaria

prohibiciomoviles150Mientras esperan a que suene el timbre de entrada, varios alumnos enfocan sus móviles hacia las paredes y toman imágenes. Cinco minutos después se dirijen a clase. Antes de entrar, se detienen en la puerta de su aula y vuelven a usar su cámara. En la clase de al lado, los chicos de 4º B ya han abierto sus libretas y las enfocan con sus teléfonos personales. Milagros, la profesora de Sociales acaba de pedirles que pongan en común los resultados de las tareas que les mandó para casa.
Estas secuencias no son parte de una película futurista. Se trata de escenas que son habituales en el IES "Antonio Pérez", un Instituto que desarrolla un proyecto basado en el uso los Códigos QR como herramienta didáctica.  En este artículo daremos a conocer el origen y el desarrollo de esta iniciativa que esta consiguiendo que en un instituto no solo los móviles dejen de ser objetos peligrosos y prohibidos sino que se conviertan en herramientas pedagógicas prioritarias.
El inicio del proyecto QR del IES "Antonio Pérez" fue una mezcla de casualidad, inspiración y trabajo. José Luis y Juan Pablo son dos profesores del centro que además son amigos desde hace algún tiempo. Juan Pablo es además el Jefe del Departamento de Extraescolares. "Hace tres años, estaba en casa preparando una de las actividades del día del centro, la búsqueda del tesoro. Me devanaba los sesos buscando una forma de hacer algo diferente y José Luis tuvo la idea ' ¿Por qué no les pides a los participantes que busquen las pistas con los móviles?' Yo no lo veía muy claro, pero parecía una forma de hacer algo original y lo preparé así. Como era el Día del centro, podía suavizarse la prohibición de que los chicos usaran los móviles...
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Todos los textos y pistas fueron convertidos en códigos QR. Por lo demás, fue la clásica actividad de búsqueda del tesoro. Cuando cada grupo llegaba a una prueba, leían el código y hacían lo que se pedía. Claro... En algunos casos, los chicos no sabían nada de eso, pero siempre había alguien en el grupo que los sabía usar...El resultado fue increíble, cuando los chicos que habían participado acabaron, tuvimos que hace otra ronda para el resto".
A partir de ese momento, Juan Pablo fue incorporando los códigos QR a muchas de las actividades extraescolares y complementarias. "Por ejemplo, para las visitas culturales, hacíamos un código con toda la información. Cuando ya estábamos en el autobús les pasábamos un código con todos los datos: al minuto, todos sabían qué íbamos a hacer, qué información complementaria necesitaban y qué tareas o actividades tendrían que llevar a cabo sobre la excursión. Al principio fue un poco difícil: había chicos que no sabían usarlos, pero en cuanto lo explicábamos, entendían el proceso..."
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Algunos profesores supieron lo que estaba haciendo su compañero "bien porque me acompañaban a las excursiones o bien porque los propios alumnos les contaban lo que habíamos hecho". Así que varios se plantearon la posibilidad de hacer experimentos pedagógicos. "Pilar, Raúl, Ismail, Juanjo, Carlos y algunos más conocían los QR y pensaron que podían servir para motivar a los alumnos y mejorar el trabajo. La idea era hacer algún recurso con QRs y probar a usarlo en clase: un texto, un enlace a un vídeo, las orientaciones para un trabajo. No eran planteamientos muy ambiciosos. Más bien la idea era hacer algo diferente al final de un tema o como premio a un grupo..."
Para estos docentes, era la mejor manera de que los chicos pudieran consultar materiales y recursos que ya tenían hechos pero a los que no todos tenían acceso. "En nuestro centro, los portátiles no habían llegado y además... usar los móviles como herramienta de consulta suponía que cualquier alumno tendría acceso. Está claro. En un entorno social medio-bajo como el nuestro no todo el mundo tiene ordenador pero es casi imposible que un alumno y su familia no tengan móvil".
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Al principio fueron unos pocos profesores los que quisieron lanzarse e hicieron el intento. "Éramos dos de sociales, otro de lengua, uno de Educación Física y los tres del departamento de matemáticas. Para coordinarse y ayudarse hicieron una reunión informal en la que quedaron de acuerdo en que cada uno haría un proyecto para usar el QR en una actividad de aula".
Surgieron actividades y recursos muy distintos: en sociales los alumnos de 3º de ESO recibieron un mapa que tenían que consultar para resolver unos ejercicios; para Educación Física, el código contenía las normas para una actividad colaborativa; en lengua unos archivos con información para ampliar datos sobre la lectura que estaban llevando a cabo...
Juan Pablo encontró una aplicación que fue al mismo tiempo una vía para dar publicidad a todo este trabajo.  "Mientras preparaba la revista del centro, me ocurrió lo que pasa muchas veces: tenía tantos artículos que era imposible incluirlos todos. Siempre me había resultado muy triste eliminar contenidos aportados por profesores, padres y alumnos, así que ese año decidí que todo lo que no aparecía en la revista podría ser consultado con un código QR".
Al acabar estas actividades, se sentaron a hablar para ver cómo había sido la experiencia. Todos teníamos claras dos cosas: los resultados habían sido buenos, o sea, el recurso a los QR era bueno; y además el propio aprendizaje en el uso de estos códigos merecía la pena: "Los alumnos habían visto cómo un elemento tan común para ellos como el móvil era una fuente de conocimiento de información que podían usar en cualquier contexto; los profesores habíamos comenzado a perder el miedo a un elemento aparentemente tan hostil como un móvil en manos de un alumno".
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Estas conclusiones les llevaron a pensar en la posibilidad de un trabajo algo más ambicioso para el siguiente curso: se trataría de plantear unidades didácticos cuyo trabajo se apoyara en el uso de móviles y códigos QR. Plantearon el tema al equipo directivo que tuvo sus dudas pero que finalmente vio posibilidades en el proyecto y sobre todo, quiso probar, de manera muy controlada, esta idea.
Guadalupe Ramos, la directora, lo cuenta así: "Casi todos (pero ojo, no todos) eran los típicos profesores locos por la informática. Cuando me plantearon que querían usar el móvil en clase, me asusté, claro. Aquí, las directrices de la Consejería (y la propia tendencia de los profesores) hacen que este prohibido sacar un móvil en todo el centro, así que dije que no. No obtante, seguí dándole vueltas al tema y casi al final del tercer trimestre les pedí que presentarán un proyecto. Al mismo tiempo, Diego (jefe de estudios) y yo hablamos con los alumnos que habían participado en las experiencias. Lo que nos contaron y el entusiasmo con el que lo contaron nos convención de que merecía la pena apostar por ello".
Esta decisión no fue un capricho sino fruto de una reflexión pedagógica. Esta es la forma de explicarlo de Diego: "un proyecto que parte de los móviles como herramienta tiene varias ventajas: motiva a los alumnos, no tiene casi coste económico para el instituto (los alumnos tienen ya los dispositivos) y la formación para los profesores es rápida y sencilla: Solo necesitamos una sesión de dos horas para explicarles cómo generar y leer códigos QR".
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Así que el proyecto al claustro: la idea era acordar que al menos un miembro de cada Departamento diseñara una estrategia o conjunto de actividades para usar los QR didácticamente. Hubo reticencias, el principal problema era que suponía abrir el uso a unos aparatos a través de los que los alumnos podían enviar fotos o distraerse en clase. Así que fue imposible que todos los Departamentos participaran. Pero al menos, se permitó a los interesados llevar a cabo su idea.
Guadalupe Ramos explica: "la solución que nosotros le dimos fue establecer unas normas muy claras que siguen vigentes en este momento. Los móviles solo pueden usarse por los pasillos y el patio hasta que empiezan las clases y los diez primeros minutos del recreo. En el aula, el uso del móvil depende del profesor. Si se incumplen estas normas, se aplica el reglamento del centro: el móvil es retirado y el alumno recibe una sanción".
Faltaba la opinión de la administración. Al empezar a explicar el proyecto a la inspección educativa, la directora y el coordinador prefieren ver el lado positivo. "Fue mejor de lo que esperábamos. Nuestro inspector Juan Ramón, era un poco reticente... Para empezar, no tenía ni idea de qué era eso de los códigos. Así que hubo que explicarle varias veces qué eran y asegurarle que los alumnos no podían usarlos para robar información sensible del centro. Después fueron nuestros alumnos los que hicieron uan demostración de sus posibilidades educativas".
Claro, hicimos un poco de trampa. Dijimos que iba a ser una actividad puntual aunque no era así...Al final, nos dio un visto bueno verbal aunque la verdad es que desde entonces, nadie de la Consejería nos ha vuelto a preguntar por el proyecto, lo cual creo que en cierto modo es bueno"
Para el siguiente curso, cada profesor participante tuvo que incorporar a su programación una propuesta de actividades y objetivos para usar estos dispositivos. Para solventar problemas y apoyar a los compañeros, uno de los profesores fue encargado del proyecto. "Conseguimos, aún no sé cómo, liberar dos horas de su horario para que actuara como soporte: al principio estuvo desbordado pero una vez que la gente aprendió, solo tuvo que estar un poco al tanto", explica la directora del centro.
El curso pasado fue el del arranque el proyecto: se pensó que el primer trimestre era el mejor para empezar las pruebas. Los profesores comenzaron a trabajar y al final se pidió una valoración de resultados: casi todos los profesores que participaron estuvieron de acuerdo en que había funcionado bien. Los comienzos fueron duros sobre todo porque los alumnos intentaban usar los móviles continuamente pero después de las primeras sanciones, se aceptaron las normas.
Casi todos los departamentos han llevado a cabo actividades, tareas y propuestas. El responsable del proyecto, Antonio Moreno, muestra un fichero (virtual claro) con todas las propuestas que se han llevado a cabo: exposiciones virtuales en las paredes del centro, la web de la semana (con un código QR cuya información cambia semanalmente), visitas escolares, votaciones sobre asuntos del centro... y claro contenidos para el aula con gran cantidad de información diferente....
En este proceso, el centro contó con los padres: "Dentro de la escuela de padres, ofrecimos una charla  a la que pusimos por título Uso de móviles para adolescentes. Digamos que hicimos un poco de trampa. El tema y el título eran muy atractivos así que acudieron muchísimos padres. Por supuesto, hicimos la charla pero parte de ella la dedicamos a hablar de los QR y de nuestro proyecto. La mayoría de los padres estuvieron muy de acuerdo con el proyecto e incluso un grupo pidió aprender a usar este recurso. La siguiente charla estuvo dedicada al tema pero fueron los propios alumnos los que explicaron..."
Mientras Juan Pablo termina de hablar, Diego, el jefe de estudios, está terminando de imprimir unos códigos: hoy toca hablar en clase de probabilidad: les he preparado aquí un texto sobre Fibonacci; tendrán que leerlo, comentarlo y después escribir sus impresiones a los compañeros. Cuando acabe la clase, tendrá que poner en el tablón de jefatura el calendario de exámenes y la información sobre las fechas de vacunación. "A veces, esto es un poco de locos: colocamos arriba los títulos del tema del código tanto para los documentos de Jefatura como para los que entregan los profesores en clase"
En estos momentos, el proyecto QR del IES "Antonio Pérez" está en marcha. Para todas las actividades extraescolares se crea un código que informa de los datos fundamentales; en sociales los alumnos reciben materiales complementarios en los códigos que se les dan al principio de cada unidad.
Los libros de la biblioteca tienen un código que da mucha más información sobre el contenido y sugerencias de lectura, incluso instituciones como el ayuntamiento, ongs o asociaciones juveniles tienen su espacio para incluir información.
En este curso, están dando el siguiente paso: conseguir que los alumnos creen sus propios códigos. Han empezado por trabajos complementarios y actividades extraescolares. Por ejemplo, después de la excursión: "les pedimos que hagan un resumen (con textos, imágenes e incluso vídeos) de la actividad y que pasen esa información a un código QR que se cuelga en la página del centro.
En Lengua, pueden voluntariamente pasar estos códigos sus trabajos y comentarios, imprimirlos y ponerlos en las paredes de la clase a disposición de los compañeros... "Acabamos de empezar, tendremos que ir controlando poco a poco el proceso; hay que enseñarles  a hacerlo técnicamente y al mismo tiempo controlar la información que colocan...", dice Juan Pablo.
En paralelo, todos los días hay que solventar dificultades. Diego cuenta una de ellas: "un grupo de profesores se han negado siempre a esto; en el claustro votaron en contra, llamaron a inspección... Por ejemplo, don César (el maestro de Sociales) amenazó con no volver a dar clase en el instituto si esto seguía adelante. Al final, la sangre no llegó al río, quizá por que don César se jubiló al año siguiente", comenta jocosamente Diego.
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Todos los implicados coinciden en sus impresiones que pueden resumirse en las palabras de Juan Ramón, profesor de inglés que fue de las últimos en incorporarse al proyecto: "No es una panacea ni se trata de estar todo el día con el teléfono, pero con el uso de los QR, los móviles son un instrumento educativo estupendo. Forma parte de la vida cotidiana de alumnos y padres, es fácil de usar y da acceso a una cantidad de información infinita. Además, no podemos estar fuera de la realidad y olvidarnos de un elemento con el que todos convivimos. Nuestra obligación es trabajar con ellos para que los alumnos aprendan a usarlo correctamente".
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Dos y media de la tarde. Los alumnos salen de las clases, algunos están intentando ver las tareas que Victoria les ha mandado para casa. Mientras, en los pasillos, tres chicos de segundo de Bachillerato, escanean el código con las fechas de exámenes de la primera evaluación. Al mismo tiempo, algunos de los profesores están intentando votar su menú favorito para la cena de Navidad. En el IES "Antonio Pérez", como en la sociedad actual, los móviles forman parte de la vida cotidiana.
Queremos pedir disculpas a los lectores de Kubyx. El texto que acabamos de leer es un falso reportaje: el IES "Antonio Pérez" no existe y los personajes que aparecen en él son inventados, aunque inspirados en docentes reales. Nuestra intención era hacer una reflexión sobre cómo podría desarrollarse el proceso de implantación de este recurso en centros educativos y presentar algunas ideas para el uso de los QR en el aula.
Lo que sí existen son profesores que están empezando a usar los códigos QR con ideas como las que aquí aparecen. Estos artículos de Kubyx pretende presentar algunas de estas ideas y al mismo tiempo analizar las dificultades y posibilidades del uso de los dispositivos móviles en los centros. En las próximas semanas, Kubyx continuará con la publicación de materiales que presentan ideas y experiencias didácticas en marcha.
Como siempre, animamos a los usuarios de Kubyx a completar este artículo con sus experiencias, comentarios y sugerencias que nos ayudarán a tener una visión más global y realista de las ventajas e inconvenientes de un recurso como el de los códigos QR.

1 comentario:

Jesús Hernández dijo...

Hola:
Interesante post. Les dejo éste sobre códigos QR por si fuera de su interés.
Un saludo
http://creaconlaura.blogspot.com.es/2012/11/powerpoint-yinkana-literaria-de-codigos.html