El anterior artículo
en el blog generó una variedad de comentarios que enriquecieron la
discusión, aportando gran cantidad de elementos para ayudar a responder
las dos preguntas:
¿Qué hacer, abandonamos los LMS como es el caso de Moodle y nos centramos en
los sistemas personales de aprendizaje? ¿Dirigimos el esfuerzo de los
profesores a prepararse durante más tiempo en el empleo de las redes sociales y
menos en Moodle?
En términos de
educación los extremos suelen convertirse en fracasos, por lo que abandonar los
LMS para trasladarnos a los PLE no resulta aconsejable.
Moodle y los
demás LMS tienen sus propias características, no le podemos pedir que hagan
otras tareas que no le son propias. Sí no nos conviene su utilidad pasamos a las
redes sociales, lo que no significa que uno y otros sean excluyentes.
Cuando reviso las
estadísticas del empleo de la plataforma por parte de los estudiantes de mi
Universidad, se aprecia una disminución en el ingreso durante los meses de
vacaciones. Diciembre y en especial Enero son meses donde la actividad baja a
menos de la mitad de lo que ocurre en los meses siguientes, claro indicador que los estudiantes dejan a un lado dichas aulas.
Lo anterior es
reflejo de la cultura que generan los LMS, su símil casi perfecto con las aulas
y grupos escolares. Durante el curso hay actividad, el “candado del aprendizaje” está abierto, pero una vez que finaliza la última prueba, el
candado se cierra y a veces hasta se pierde la llave para abrirlo en el
siguiente semestre. Suelo dejar abiertas las aulas para que los estudiantes de
semestres anteriores ingresen nuevamente, pero por lo general son muy pocos los
que lo hacen.
En mi práctica
profesional con los estudiantes estoy dedicando más tiempo a las redes sociales
que el que dos años atrás dedicaba a Moodle. Los LMS tienen vida limitada en el
trabajo con los estudiantes, abrimos las puertas a los nuevos y desmatriculamos
a los otros. Son como señala Carlos López, un conjunto de islas y añado sin cables de conexión ni faros que las identifiquen.
Las plataformas
estilos Moodle, son excelentes para una enseñanza vertical, estructurada,
obligatoria y estandarizada en el tiempo. No es posible concebir en estos
momentos una forma diferente para graduar a un profesional, que las estructuras
existentes. La sociedad exige una acreditación respaldada en ambientes
controlados y regulados, como es la escuela actual y los LMS brindan esa
supuesta seguridad.
Estas plataformas
tienen un costo añadido, a veces bastante elevado. Un servidor con sus
características propias o uno rentado, una persona dedicada a la atención de los
problemas tanto técnicos, como de profesores y estudiantes. La casi necesaria actualización
de sus paquetes, con el riesgo que los complementos elaborados por terceros
muchas veces no se pueden ejecutar en las actualizaciones.
A lo anterior se
suma la obligatoria preparación de los profesores, no solo en lo técnico y en
la administración de su curso, sino y lo
mas importante su empleo didáctico que es lo que consume más tiempo. El manejo
de la plataforma por parte del profesor requiere de conocimientos previos en el
campo informático, no siempre elementales.
Algunos de los recursos de las
plataformas pueden ser bien complejos y por ello poco empleados. Un ejemplo en
el caso de Moodle, es la lección. Es un excelente recurso para aplicar los
métodos problémicos, pero su complejidad asusta a muchos y termina siendo
empleada como un sencillo sistema de páginas Web.
Por el contrario las
redes sociales no están sujetas a una matricula temporal, a un calendario, son
libres en cuanto a las asociaciones de los participantes, flexibles y abiertas.
Estas redes son cada vez más sociales, en la medida que ingresan más personas y
aprendemos de todos. El aprendizaje que logramos en ellas no está sujeto a
formalidades, plazos ni ambientes estructurados, es la máxima representación de
la exacta “zona de desarrollo próximo” expuesta en 1924 por Vigotsky.
Tomo un párrafo
de Miguel Zapata publicado en este blog, cuando señala: “Se han sucedido
distintas situaciones, herramientas --- modas en definitiva--- pero algo ha
quedado de forma invariante: La capacidad que tienen los entornos y
herramientas digitales para procesar y representar la información más allá de
las capacidades individuales y de proyectar más allá las posibilidades de
aprender”.
Las redes
sociales no son aun, el mejor lugar para un aprendizaje formal, tampoco son
creadas con ese fin. No podemos engañarnos con la idea que en las redes
lograremos el tan ansiado aprendizaje, nos engañamos sí así pensamos. Las redes
favorecen el aprendizaje mosaico, prima la dispersión informativa y los
criterios tan variados pueden generar más confusión que aprendizaje real. Lo anterior no le impide convertirse en el
crisol donde se crean los sistemas personales de aprendizaje de cada individuo.
En las redes ante
tanta dispersión estamos obligados a dedicar más tiempo, a aprender más de su
empleo. Por lo general conocemos de las redes en relación a su uso, pero poco a
su vinculación con los métodos, la evaluación y a toda la estructura de la
actividad pedagógica.
Estamos en una
encrucijada que como señala Camino López es una disrupción, entendida como; “…aquellas innovaciones
radicales que rompen con el paradigma anterior obligando al sistema de
adaptarse para no morir”. Sí trasladamos este concepto a la educación Camino plantea
la “disrupción educativa de las Nuevas Tecnologías"
Vivimos en un
momento donde debemos decidir sí el camino correcto es emplear los LMS para las
actividades del aprendizaje vertical, reguladas, respaldadas y adecuadas para
una acreditación o acabamos de romper
con esa idea y fomentamos un cambio mayor; reformar nuestra manera de pensar en
cómo se aprende y cómo organizamos ese aprendizaje.
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