domingo, 24 de junio de 2012



El anterior artículo en el blog generó una variedad de comentarios que enriquecieron la discusión, aportando gran cantidad de elementos para ayudar a responder las dos preguntas: ¿Qué hacer, abandonamos los LMS como es el caso de Moodle y nos centramos en los sistemas personales de aprendizaje? ¿Dirigimos el esfuerzo de los profesores a prepararse durante más tiempo en el empleo de las redes sociales y menos en Moodle? 
En términos de educación los extremos suelen convertirse en fracasos, por lo que abandonar los LMS para trasladarnos a los PLE no resulta aconsejable.  
Moodle y los demás LMS tienen sus propias características, no le podemos pedir que hagan otras tareas que no le son propias. Sí no nos conviene su utilidad pasamos a las redes sociales, lo que no significa que uno y otros sean excluyentes.
Cuando reviso las estadísticas del empleo de la plataforma por parte de los estudiantes de mi Universidad, se aprecia una disminución en el ingreso durante los meses de vacaciones. Diciembre y en especial Enero son meses donde la actividad baja a menos de la mitad de lo que ocurre en los meses siguientes, claro indicador que los estudiantes dejan a un lado dichas aulas. 
Lo anterior es reflejo de la cultura que generan los LMS, su símil casi perfecto con las aulas y grupos escolares. Durante el curso hay actividad, el “candado del aprendizaje” está abierto, pero una vez que finaliza la última prueba, el candado se cierra y a veces hasta se pierde la llave para abrirlo en el siguiente semestre. Suelo dejar abiertas las aulas para que los estudiantes de semestres anteriores ingresen nuevamente, pero por lo general son muy pocos los que lo hacen.
En mi práctica profesional con los estudiantes estoy dedicando más tiempo a las redes sociales que el que dos años atrás dedicaba a Moodle. Los LMS tienen vida limitada en el trabajo con los estudiantes, abrimos las puertas a los nuevos y desmatriculamos a los otros. Son como señala Carlos López, un conjunto de islas y añado sin cables de conexión ni faros que las identifiquen.  
Las plataformas estilos Moodle, son excelentes para una enseñanza vertical, estructurada, obligatoria y estandarizada en el tiempo. No es posible concebir en estos momentos una forma diferente para graduar a un profesional, que las estructuras existentes. La sociedad exige una acreditación respaldada en ambientes controlados y regulados, como es la escuela actual y los LMS brindan esa supuesta seguridad.
Estas plataformas tienen un costo añadido, a veces bastante elevado. Un servidor con sus características propias o uno rentado, una persona dedicada a la atención de los problemas tanto técnicos, como de profesores y estudiantes. La casi necesaria actualización de sus paquetes, con el riesgo que los complementos elaborados por terceros muchas veces no se pueden ejecutar en las actualizaciones.
A lo anterior se suma la obligatoria preparación de los profesores, no solo en lo técnico y en la  administración de su curso, sino y lo mas importante su empleo didáctico que es lo que consume más tiempo. El manejo de la plataforma por parte del profesor requiere de conocimientos previos en el campo informático, no siempre elementales.
Algunos de los recursos de las plataformas pueden ser bien complejos y por ello poco empleados. Un ejemplo en el caso de Moodle, es la lección. Es un excelente recurso para aplicar los métodos problémicos, pero su complejidad asusta a muchos y termina siendo empleada como un sencillo sistema de páginas Web.
Por el contrario las redes sociales no están sujetas a una matricula temporal, a un calendario, son libres en cuanto a las asociaciones de los participantes, flexibles y abiertas. Estas redes son cada vez más sociales, en la medida que ingresan más personas y aprendemos de todos. El aprendizaje que logramos en ellas no está sujeto a formalidades, plazos ni ambientes estructurados, es la máxima representación de la exacta “zona de desarrollo próximo” expuesta en 1924 por Vigotsky.
ofrece un entorno social y dinamiza una práctica cultural donde se inscribe la vida de muchas personas y con ello, sus oportunidades y limitaciones al momento de aprender. 
Tomo un párrafo de Miguel Zapata publicado en este blog, cuando señala: “Se han sucedido distintas situaciones, herramientas --- modas en definitiva--- pero algo ha quedado de forma invariante: La capacidad que tienen los entornos y herramientas digitales para procesar y representar la información más allá de las capacidades individuales y de proyectar más allá las posibilidades de aprender”. 
Las redes sociales no son aun, el mejor lugar para un aprendizaje formal, tampoco son creadas con ese fin. No podemos engañarnos con la idea que en las redes lograremos el tan ansiado aprendizaje, nos engañamos sí así pensamos. Las redes favorecen el aprendizaje mosaico, prima la dispersión informativa y los criterios tan variados pueden generar más confusión que aprendizaje real.  Lo anterior no le impide convertirse en el crisol donde se crean los sistemas personales de aprendizaje de cada individuo.
En las redes ante tanta dispersión estamos obligados a dedicar más tiempo, a aprender más de su empleo. Por lo general conocemos de las redes en relación a su uso, pero poco a su vinculación con los métodos, la evaluación y a toda la estructura de la actividad pedagógica.
Estamos en una encrucijada que como señala Camino López es una disrupción,  entendida como; “…aquellas innovaciones radicales que rompen con el paradigma anterior obligando al sistema de adaptarse para no morir”. Sí trasladamos este concepto a la educación Camino plantea la “disrupción educativa de las Nuevas Tecnologías"
Vivimos en un momento donde debemos decidir sí el camino correcto es emplear los LMS para las actividades del aprendizaje vertical, reguladas, respaldadas y adecuadas para una acreditación  o acabamos de romper con esa idea y fomentamos un cambio mayor; reformar nuestra manera de pensar en cómo se aprende y cómo organizamos ese aprendizaje.

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